martes, 11 de noviembre de 2008

No dejo de aprender CAPÍTULO 18




Como podeis imaginar, no le hicieron falta muchas explicaciones para convencer a Raquel, ella le conocía bien, era fácil imaginar que alguien se había divertido con aquel muchachito inocente. Tras perdonarle, los dos pensaron que habían aprendido algo mientras se abrazaban: ella, que debería llevar ella el mando si quería que aquella relacción fuera por buen camino. El, que no debía fiarse de cualquiera, como aquel viejo cabrón, y que las flores no eran para comer...


Y así fué, Raquel tomó las riendas de aquella curiosa relacción y todo fué bien a partir de ese día, tan bien que convirtió a Monchito en un chico de lo mas normal, por lo que podemos saltarnos algún tiempo tranquilamente, ya que el aprendizaje de Monchito para ser un humano más fué bastante normal (y aburrido), se dejó llevar por Raquel en todo momento, y le fué bastante bien, porque no solo mejoró su relacción de pareja, sino también las relacciones con sus compañeros y sus pacientes. Fué en la residencia donde mas se fué notando su evolución, llegó a ser imprescindible allí, no solo era un buen acompañante para los ancianos, también demostró ser un maestro jardinero, era lo bueno de sentirse, como él, parte de la naturaleza, mostraba tal respeto por todo lo que estuviera vivo, lo comprendía tan bien, que parecía que nada escapaba de su control, incluso llegó a especializarse en algo bastante duro para el resto de compañeros, que era acompañar a los ancianos en sus últimos momentos, algo triste que Monchito hacía con mas cariño que nadie, ya que para él la muerte no es mas que un ciclo mas de la vida y nadie como él sabía comprenderlo y aceptarlo. Hasta que le tocó a ella...


Aquel día María se despertó muy alegre, como era habitual en ella, las primeras horas de la mañana eran sus favoritas, le encantaba asomarse a la ventana y ver las flores del patio alumbradas por el sol. Los días que su mente se levantaba lúcida (como sucedió aquella mañana), tenía otro mótivo mas para alegrarse, y no era otro que el saber que su cuidador favorito, ese alegre pequeñajo con el que tanto le gusta hablar, pasaría a visitarle, como cada mañana. Pero ese día era diferente, un agudo dolor en el pecho le impidió levantarse de la silla para recibir su visita, apenas entró Monchito, María se encogió de dolor y se llevó la mano al pecho. Enseguida se dió cuenta que había llegado su hora. Al principio sintió pánico, pero miró entonces oyó su voz, él estaba allí, con ella, y no estaba preocupado, sino que la miraba con esa dulce sonrisa que le salía al llegar cada mañana. Agarró su mano, le devolvió la sonrisa e hizo lo que él le decía:


Relájate.... Déjate llevar... No pasa nada....


Se fué sin poder decirle muchas cosas, aunque no hizo falta, el las leyó en sus ojos y le llegaron todas al corazón. Esa fué la vez que mas duro se le hizo, aunque siempre lo sentía, incluso encajándolo con mucha naturalidad, esa vez dejó caer una lágrima entre un choque de sentimientos de tristeza por la pérdida de su amiga y alegría por haberla acompañado tanto tiempo.


Al menos aquel día no acabó del todo mal, fué entonces cuando ella, Raquel, la mujer de su vida, le enseñó algo que no esperaba, el secreto de la vida...


Vamos, que aquella noche hubo tema, resumiendo. Pero no fué aquello lo mejor del día, sino la propuesta anterior de ella. Justo antes de fundir sus cuerpos por primera vez, ella le propuso algo, algo que a él le llenó de alegría. Vivir juntos, compartir todo su tiempo juntos, quien sabe si para siempre... Lo que vino después (que no voy a detallar porque como toda primera vez tuvo su parte cómica y hoy no toca...) no le hizo tan féliz como la propuesta, ya que estaba en parte ido completamente tragando lo que le acababa de proponer, pero fué algo tan grande lo que sintió que sería imposible plasmarlo con palabras.


Y así fué como lo que empezó siendo un día triste acabó convirtiéndose en el mas feliz de su vida... De momento.




Ya solo me queda montar el globo y....¿qué era? ¿plantar un arbol...?


Bueno, que mas da...




Besitos de madera...

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