lunes, 10 de noviembre de 2008

Lengua de madera, corazón de trapo CAPÍTULO 17


Estaba claro que la vida humana estaba llena de trabas, eso ya lo sabía, cada día le surgían miles de dudas, pero encima con el agravante de que cada vez era mas humano, con lo que el miedo le asaltaba a cada paso. Era un sentimiento desconocido hasta ahora, como todos los demás, pero claro, sentir pánico cada vez que ella se acercaba no hacía fácil llevar una relacción adelante. Pero Monchito quería luchar por ella, sobre todo por ella, ya había conocido muchos placeres de la vida humana, pero ella los superaba todos con creces, y eso que no habían hecho mas que empezar. Empezó a imaginar lo que vendría después y como no, a informarse. Y quién mejor que la voz de la experiencia, sus queridos ancianos, sobre todo María, su hada madrina, su mujer de confianza ( en los pocos ratos que su demencia senil la mantenía en un estado razonable ). Así fué aprendiendo a conocer todas esas sensaciones que vivía estando con ella, cosas como el calor en las mejillas, las mariposas en el estómago y el volver a sentirse de madera, en parte, bajo sus pantalones... Como siempre, había respuestas de todo tipo, desde el romanticismo de María, hasta los consejos de Don Damián, que iban en un sentido que podríamos llamar "mas directo". Como siempre, él se empapó de todos esos consejos y decidió mezclarlos para escoger lo mejor de cada uno, no quería ir tan directo como le aconsejaba Don Damián, ya que María se escandalizaba cuando oía sus comentarios, pero por otro lado, María llevaba sola mucho tiempo, lo que le hacía pensar que su manera de actuar estaría un poco desfasada también, por lo que se propuso ser romántico pero un poco mas lanzado en su siguiente cita, se lo pedía el cuerpo, y se dejó llevar.

Todo empezó muy bien, recibió a Raquel con un inocente beso en la mejilla, pero no tardó mucho en coger su mano, para sentirla mas cerca. Caminaron por la ciudad hablando de todo un poco, pero él decidió que era hora de dar un pasito mas y se lanzó a darlo. La paró en mitad de la calle, la agarró fuertemente de la cintura, le miró a los ojos y en un tomo lo más romántico posible le dijo: Estoy loco por meterte...

No pudo acabar la frase, ella le separó y fué facil leer el enfado en su cara, le dijo que no pensaba que fuera a hacerle algo así y se marchó, sin mas. Él no pudo ni seguirla, ya que no entendía nada de lo que pasaba, vale que igual la frase no era la mas bonita del mundo, pero Don Damián le aseguró que ellas apreciaban la sinceridad y debía decirsela, pero ni endulzando un poco el tono para intentar que sonara romántico le sonó bien. ¿Qué había hecho mal?

Se fué cabizbajo a su cuarto e intentó disculparse con ella por teléfono, pero ella no quería hablar. Había que intentar buscar la manera de hacerle entender que no tenía intención de ofenderla, asique, tras una noche sin dormir, decidió sugerir un aumento de medicación a Don Damián y seguir los pocos consejos que le podía arrancar a María en sus pocas horas de lucidez. Compró un bonito ramo de flores, una cajita de bombones con forma de corazón y se los fué comiendo de camino a casa de Raquel, dándole vueltas a lo que le diría...


Perdona si te he ofendido, la culpa fué del viejo....

Perdona si te he ofendido, quería ser sincero...

Perdona si te ofendí.... yo solo.... te quiero...


Joder, lo bombones no están mal, pero las flores...

¿Debería llevarle algo...?

¿Le gustaban los palillos...?

¿O era a mí...?

cawen...


Besitos de madera...

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