viernes, 2 de enero de 2009

¿Un final feliz? CAPÍTULO 22


Jorge, ese fué el nombre elegido para aquel pequeño angel. Monchito había leído mucho desde que pasó a ser humano y una de las historias que más le habían impactado era la de San Jorge, un valiente caballero capaz de enfrentarse a un dragón. Pues bien, Jorge era una especie de milagro también, había tendio que luchar mucho para llegar a nacer, asique le puso un nombre de valiente caballero. Al fín todo era perfecto. ¿Todo?, bueno, exceptuando aquellos terribles dolores de cabeza que no cesaban, incluso había llegado a acostumbrarse a ellos y hasta era capaz de predecir cuando iban a venir, y no porque fueran regulares precisamente, si no que siempre iban precedidos de algo muy característico, un suave y agradable olor a madera fresca que él conocía muy bien.

Al principio no les dió mayor importancia, ya que pensaba que eran normales con todo lo que le estaba sucediendo: tantos nervios, tanta felicidad de golpe, era algo a lo que no estaba acostumbrado. Pero tras varios meses de migrañas, al fín se decidió a ir al médico para hacerse un chequeo general y consultar por sus dolores de cabeza.

Los resultados no se hicieron esperar y no eran nada esperanzadores. Varios tumores habían aparecido en su cuerpo, en zonas distantes, sin orden ninguno pero con un denominador común, la madera. Sí, varias bolas perfectas de madera habían aparecido, algunos, concretamente 3, en zonas muy delicadas. Uno en su hígado, un segundo muy cerca de su pulmón derecho y un tercero, el mas delicado, en su cabeza, oprimiendo su cerebro al crecer a ritmo lento pero constante.

La situación no era precisamente esperanzadora, pero tampoco pudieron darle una respuesta concreta al porqué de esos tumores, solo había algo claro, su tiempo se agotaba lentamente, aunque también era dificil poner una fecha concreta, ya que era la primera vez que se daba un caso tan singular.

Pero Monchito, lejos de preocuparse, pensó en todo lo que había vivido desde su transformación, y en todo lo que le quedaba por vivir con la llegada de Jorge, por lo que decidió no preocuparse por el tiempo que le quedaba si no por como iba a disfrutarlo junto a su mujer y su hijo, tenía tanto que enseñarle a él... tantas cosas que decirle a ella...

Le dió las gracias al médico por haberle atendido con una sonrisa en la boca, algo que dejó al médico boquiabierto (pensaba que rompería a llorar o al menos se preocuparía), pero Monchito era un tipo muy especial y comprendió que la naturaleza le había dado una oportunidad, una muy especial, y el sentía que la había aprovechado. Es verdad que le gustaría tener mas tiempo para disfrutar de todo lo que había conseguido en este tiempo, pero no debía ser egoísta, al contrario, debía aprovechar hasta el último segundo que la naturaleza le brindara.

Y así lo hizo, no sé cuánto mas vivió aquel pequeño y entrañable personaje, ya que se volcó tanto en su familia que nunca mas lo volví a ver, solo sé una cosa y es que fué la persona mas feliz del mundo hasta su último día, la última vez que lo ví, marcado por su enfermedad y con muestras de dolor y al preguntarle como se encontraba su respuesta, como no podía ser de otra manera, con una gran sonrisa, fué:



Mejor que nunca, amigo, mejor que nunca...


Besitos de madera...


lunes, 22 de diciembre de 2008

Tronco va... CAPÍTULO 21




Y al fin llegó, sin avisar, el momento de ver por fín a su hijo. Aunque era un momento esperado desde hace meses, no pudo evitar un ataque de nervios, estaba tan ansioso por verle la cara que su cuerpo no respondía a su cerebro. No era capaz de hablar, de andar, no sabía si reir o llorar. Quería estar al lado de Raquel en aquel momento tan especial, pero se había quedado completamente paralizado, porque al mismo tiempo que la emoción invadía su cuerpo, el pánico se iba haciendo cada vez mas fuerte y le paralizaba por completo.
Al fín se repuso un poco, sacó fuerzas de flaqueza y se dirigió a la sala de partos para ver a su hijo, pero cuando consiguió llegar hasta allí ya era tarde, ya había llegado, había sido tan fuerte su pánico que había pasado casi una hora paralizado en la sala de espera sin darse cuenta de ello, incluso le habían echo pruebas mientras estaba inconsciente por miedo a que le pasara algo malo. Pero todo eso daba ya igual, porque antes de entrar en la habitación, con el miedo aún metido en el cuerpo al no saber muy bien lo que se iba a encontrar, oyó un llanto tan fuerte que se oía en todo el pasillo, señal inequívoca de que su hijo era un niño normal, no de madera, como fué él. A partir de aquel momento, el miedo dejó paso a una tremenda emoción y a un mar de lágrimas de alegría. Abrió la puerta y allí estaba él, abrazado por su madre (que parecía un pequeño angel con una inmensa sonrisa). Un niño perfecto, era lo único que se le ocurría en aquel momento, es un niño perfecto. No había nada que hiciera pensar que fuera diferente, no solo era un niño de carne y hueso, como los demás, sino que era tan guapo como su madre, con un cuerpo perfecto y con unos grandes ojos verdes que recordaban a los de su padre.
Lo cogió entre sus brazos y se tuvo que sentar porque estuvo a punto de caer inconsciente de nuevo.
Fué, sin duda, el mejor momento de su vida, si no fuera porque fué el inicio de sus jaquecas...


Ahora que lo pienso... No he pensado un nombre para él... ¿Cómo llamar a un niño perfecto..?

Ahora me duele la cabeza, solo quiero disfrutar de él... Ya lo pensaré luego.

Besitos de madera...

viernes, 21 de noviembre de 2008

Esperando al invitado CAPÍTULO 20




Nunca acabó de perder el miedo, sabía que su hijo llegaría pronto y se seguía cuestionando su capacidad como padre como si fuera a ser el peor padre del mundo, lo que no sabía es que, contrariamente a lo que pensaba, tenía todas las papeletas para ser uno de los padres mas comprensivos y queridos del mundo, ya que contaba con algo que ningún otro padre en el mundo contaba, la sabiduría de haber sido parte integrante de la naturaleza, el saber comprenderla y, sobre todo, el conocer muy bien a ese niño interior que aún llevaba dentro de su pequeño cuerpo que un día fué de madera. Poco a poco se fué metiendo esa idea en la cabeza y, cuanto mas lo fué entendiendo, mayor fué su ilusión por verle la cara al fín a esa criatura que venía en camino, pero: ¿Cómo sería ese ser? ¿Sería un niño normal? ¿Sería de madera? ¿Se vería obligado a pasar esa dura transición que tuvo que pasar él? Esperaba que no. Es más, se propuso allanarle el camino todo lo que pudiera y el primer paso era empezar a aceptar su nuevo papel de padre, sacudirse sus miedos y empezar a mentalizarse y entrenarse. Para ello, le valió de mucho su trabajo, su adorado trabajo, en el que había labores que le vendrían muy bien en su nueva faceta, como cambiar pañales, dar de comer, meter en la cama...






Bueno, pensó, no puede ser tan malo, si soy capaz de manejar a criaturas de mas de 90 años, ¿No voy a ser capaz de controlar una de menos de uno? Bueno, el tiempo lo dirá...




Voy a comprar tranquimazín por si acaso...




Besitos de madera...

jueves, 20 de noviembre de 2008

Serrín y suavizante CAPÍTULO 19


Empezaban a quedar atrás los tiempos en los que Monchito dependía de Raquel para todo. Y no es que la hubiera dejado de querer, todo lo contrario, cada vez estaban mas unidos, lo que ocurría es que ese inocente personajillo se estaba volvindo cada vez mas independiente, estaba empezando a vivir sin ayuda de nadie. Llevaba años viviendo con Raquel y las cosas no podían ir mejor, incluo se oían campana de boda... Aunque siempre habían desechado una boda con toda su parafernalia, demasiado teatro... Estaban muy bien como estaban, viviendo juntos y disfrutando de la vida, pero de repente pasó algo que le volvió a descolocar, al mismo tiempo que le llenó de alegría. Una nueva vida venía de camino(un pequeño Monchito), y la noticia cayó como plomo en casa. Fué un cruce de alegría, sorpresa y miedo que casi lleva el cerebro de Monchito al colapso total, incluso tuvo que sentarse y abanicarse un poco para volver a recobrar el aire. Pero una vez superado el "shock" inicial, la alegría empezó a invadir su cuerpo de arriba a abajo. Primero la alegría, pensando en como sería ese pequeño ser que venía en camino, luego la incertidumbre, el pensar como era posible que alguien como él, que hasta hace unos años era un ser sin vida ninguna, hubiera sido capaz de cambiar tanto como para llegar a hacer posible ese milagro. Y por último el mido... ¿Daría la talla? ¿Sería capaz de hacerse responsable de una pequeña vida?...

De repente se vino abajo, no dejaba de asaltarle la idea de un pequeño niño mirándole extrañado y sintiendo vergüenza de un padre tan pequeño y raro, aún tenía un extraño aire de componente de circo.

Otra vez vuelta a empezar, ahora que había conseguido sentirse tan normal, válido (o como querais llamarlo) como otro humano cualquiera; un ataque de pánico le volvía hacer plantearse su existencia de nuevo. Otro bache en el camino, pensó, otra valla que saltar, otro tema al que darle vueltas...


Dios, que dolor de cabeza me está entrando... No se si tomarme un whiskey o una aspirina... creo que me voy a tomar las dos...


Besitos de madera.

martes, 11 de noviembre de 2008

No dejo de aprender CAPÍTULO 18




Como podeis imaginar, no le hicieron falta muchas explicaciones para convencer a Raquel, ella le conocía bien, era fácil imaginar que alguien se había divertido con aquel muchachito inocente. Tras perdonarle, los dos pensaron que habían aprendido algo mientras se abrazaban: ella, que debería llevar ella el mando si quería que aquella relacción fuera por buen camino. El, que no debía fiarse de cualquiera, como aquel viejo cabrón, y que las flores no eran para comer...


Y así fué, Raquel tomó las riendas de aquella curiosa relacción y todo fué bien a partir de ese día, tan bien que convirtió a Monchito en un chico de lo mas normal, por lo que podemos saltarnos algún tiempo tranquilamente, ya que el aprendizaje de Monchito para ser un humano más fué bastante normal (y aburrido), se dejó llevar por Raquel en todo momento, y le fué bastante bien, porque no solo mejoró su relacción de pareja, sino también las relacciones con sus compañeros y sus pacientes. Fué en la residencia donde mas se fué notando su evolución, llegó a ser imprescindible allí, no solo era un buen acompañante para los ancianos, también demostró ser un maestro jardinero, era lo bueno de sentirse, como él, parte de la naturaleza, mostraba tal respeto por todo lo que estuviera vivo, lo comprendía tan bien, que parecía que nada escapaba de su control, incluso llegó a especializarse en algo bastante duro para el resto de compañeros, que era acompañar a los ancianos en sus últimos momentos, algo triste que Monchito hacía con mas cariño que nadie, ya que para él la muerte no es mas que un ciclo mas de la vida y nadie como él sabía comprenderlo y aceptarlo. Hasta que le tocó a ella...


Aquel día María se despertó muy alegre, como era habitual en ella, las primeras horas de la mañana eran sus favoritas, le encantaba asomarse a la ventana y ver las flores del patio alumbradas por el sol. Los días que su mente se levantaba lúcida (como sucedió aquella mañana), tenía otro mótivo mas para alegrarse, y no era otro que el saber que su cuidador favorito, ese alegre pequeñajo con el que tanto le gusta hablar, pasaría a visitarle, como cada mañana. Pero ese día era diferente, un agudo dolor en el pecho le impidió levantarse de la silla para recibir su visita, apenas entró Monchito, María se encogió de dolor y se llevó la mano al pecho. Enseguida se dió cuenta que había llegado su hora. Al principio sintió pánico, pero miró entonces oyó su voz, él estaba allí, con ella, y no estaba preocupado, sino que la miraba con esa dulce sonrisa que le salía al llegar cada mañana. Agarró su mano, le devolvió la sonrisa e hizo lo que él le decía:


Relájate.... Déjate llevar... No pasa nada....


Se fué sin poder decirle muchas cosas, aunque no hizo falta, el las leyó en sus ojos y le llegaron todas al corazón. Esa fué la vez que mas duro se le hizo, aunque siempre lo sentía, incluso encajándolo con mucha naturalidad, esa vez dejó caer una lágrima entre un choque de sentimientos de tristeza por la pérdida de su amiga y alegría por haberla acompañado tanto tiempo.


Al menos aquel día no acabó del todo mal, fué entonces cuando ella, Raquel, la mujer de su vida, le enseñó algo que no esperaba, el secreto de la vida...


Vamos, que aquella noche hubo tema, resumiendo. Pero no fué aquello lo mejor del día, sino la propuesta anterior de ella. Justo antes de fundir sus cuerpos por primera vez, ella le propuso algo, algo que a él le llenó de alegría. Vivir juntos, compartir todo su tiempo juntos, quien sabe si para siempre... Lo que vino después (que no voy a detallar porque como toda primera vez tuvo su parte cómica y hoy no toca...) no le hizo tan féliz como la propuesta, ya que estaba en parte ido completamente tragando lo que le acababa de proponer, pero fué algo tan grande lo que sintió que sería imposible plasmarlo con palabras.


Y así fué como lo que empezó siendo un día triste acabó convirtiéndose en el mas feliz de su vida... De momento.




Ya solo me queda montar el globo y....¿qué era? ¿plantar un arbol...?


Bueno, que mas da...




Besitos de madera...

lunes, 10 de noviembre de 2008

Lengua de madera, corazón de trapo CAPÍTULO 17


Estaba claro que la vida humana estaba llena de trabas, eso ya lo sabía, cada día le surgían miles de dudas, pero encima con el agravante de que cada vez era mas humano, con lo que el miedo le asaltaba a cada paso. Era un sentimiento desconocido hasta ahora, como todos los demás, pero claro, sentir pánico cada vez que ella se acercaba no hacía fácil llevar una relacción adelante. Pero Monchito quería luchar por ella, sobre todo por ella, ya había conocido muchos placeres de la vida humana, pero ella los superaba todos con creces, y eso que no habían hecho mas que empezar. Empezó a imaginar lo que vendría después y como no, a informarse. Y quién mejor que la voz de la experiencia, sus queridos ancianos, sobre todo María, su hada madrina, su mujer de confianza ( en los pocos ratos que su demencia senil la mantenía en un estado razonable ). Así fué aprendiendo a conocer todas esas sensaciones que vivía estando con ella, cosas como el calor en las mejillas, las mariposas en el estómago y el volver a sentirse de madera, en parte, bajo sus pantalones... Como siempre, había respuestas de todo tipo, desde el romanticismo de María, hasta los consejos de Don Damián, que iban en un sentido que podríamos llamar "mas directo". Como siempre, él se empapó de todos esos consejos y decidió mezclarlos para escoger lo mejor de cada uno, no quería ir tan directo como le aconsejaba Don Damián, ya que María se escandalizaba cuando oía sus comentarios, pero por otro lado, María llevaba sola mucho tiempo, lo que le hacía pensar que su manera de actuar estaría un poco desfasada también, por lo que se propuso ser romántico pero un poco mas lanzado en su siguiente cita, se lo pedía el cuerpo, y se dejó llevar.

Todo empezó muy bien, recibió a Raquel con un inocente beso en la mejilla, pero no tardó mucho en coger su mano, para sentirla mas cerca. Caminaron por la ciudad hablando de todo un poco, pero él decidió que era hora de dar un pasito mas y se lanzó a darlo. La paró en mitad de la calle, la agarró fuertemente de la cintura, le miró a los ojos y en un tomo lo más romántico posible le dijo: Estoy loco por meterte...

No pudo acabar la frase, ella le separó y fué facil leer el enfado en su cara, le dijo que no pensaba que fuera a hacerle algo así y se marchó, sin mas. Él no pudo ni seguirla, ya que no entendía nada de lo que pasaba, vale que igual la frase no era la mas bonita del mundo, pero Don Damián le aseguró que ellas apreciaban la sinceridad y debía decirsela, pero ni endulzando un poco el tono para intentar que sonara romántico le sonó bien. ¿Qué había hecho mal?

Se fué cabizbajo a su cuarto e intentó disculparse con ella por teléfono, pero ella no quería hablar. Había que intentar buscar la manera de hacerle entender que no tenía intención de ofenderla, asique, tras una noche sin dormir, decidió sugerir un aumento de medicación a Don Damián y seguir los pocos consejos que le podía arrancar a María en sus pocas horas de lucidez. Compró un bonito ramo de flores, una cajita de bombones con forma de corazón y se los fué comiendo de camino a casa de Raquel, dándole vueltas a lo que le diría...


Perdona si te he ofendido, la culpa fué del viejo....

Perdona si te he ofendido, quería ser sincero...

Perdona si te ofendí.... yo solo.... te quiero...


Joder, lo bombones no están mal, pero las flores...

¿Debería llevarle algo...?

¿Le gustaban los palillos...?

¿O era a mí...?

cawen...


Besitos de madera...

viernes, 7 de noviembre de 2008

La vida sigue CAPÍTULO 16


Extrañamente, la segunda cita fué mejor aún que la primera, sin tantos nervios. No digo que se lanzaran uno a por el otro en un arrebato de pasión, pero sí que se notó mucha menos tensión entre ellos, incluso hicieron bromas sobre su baja estatura o quién de los dos iba mas maquillado. Sí, el se maquillaba un poquito, lo justo para parecer mas humano que muñeco de madera, aunque cada vez era menos necesario, ya que cada vez era mas humano que de madera realmente, por lo que ya casi no le hacía falta fingir; incluso se puerta trasera había desaparecido del todo, ya no tenía sitio donde guardar su navajita suiza ( tampoco le hacía falta ). Eso si, el hacerse cada vez mas humano tenía sus ventajas y sus desventajas, por un lado, había empezado a degustar un sin fin de sabores, pero por otro lado había cosas que le desagradaban profundamente, como el desalojar la comida después de digerirla y el aprender a controlar el como y el cuando (por no hablar del papel higiénico...). Pero bueno, tras un par de espectáculos bochornosos en la residencia, había aprendido a controlarlo. Pero bueno, en la residencia no era el único que tenía problemas para controlar sus esfínteres, asique tampoco resultó tan traumático. Por lo demás, todo iba la mar de bien, se veía incluso mas seguro de sí mismo cada día, no solo en su vida personal sino también en su trabajo. Pero hablando de trabajo, había algo que le empezaba a incomodar de este y era el creciente sentimiento negativo que tenía cada vez que perdía a uno de sus amigos, pacientes, ancianos, o como querais llamarles. Ahora que era mas humano, se apegaba cada vez mas a ellos, ya que los veía de igual a igual, no como antes, que los veía como de otra especie completamente distinta. Ahora sufría cada vez que uno empeoraba y hasta lloraba cada vez que uno terminaba su vida; sentía escalofríos solo de pensar que María también pasaría por eso, que la acabaría perdiendo. Sabía que ese momento tenía que llegar, es más, cada vez lo veía mas próximo, ya que ella cada vez estaba mas deteriorada, casi no hablaba, ya no le reconocía y pasaba el día en la cama en estado vegetativo, pegada a una máquina que le administraba oxígeno y medicamentos para mantenerla viva. Aún así, él seguía hablando con ella siempre que podía y leyéndole su libro favorito cada tarde, incluso le preguntaba sobre como debería vestir o comportarse con Raquel, aún sabiendo que no habría respuesta. Pero para él, María fué la persona mas importante de su vida, como una madre, ya que fué la primera que realmente le trató de tú a tú y le hizo ver lo bonito que sería vivir como uno mas, por eso sentía que le debía mucho y la quería tanto. Pero bueno, no quería pensar en ello, ya vería como reaccionar cuando llegara el momento, aunque esperaba que eso fuera lo mas tarde posible...

En cuanto a Raquel, no podía ir mejor, su relacción avanzaba poco a poco, como él quería, asique las citas fueron cada vez mas y mas frecuentes. Pero cuando todo iba perfecto, la vida no podía ir mejor, pasó algo que le descolocó de mala manera. Aquel día habían salido a dar un paseo romántico en un parque lleno de flores, donde solían ir a charlar durante horas y, estando sentados en un banco, ella le miró fijamente y se acercó a su cara hasta besarle lenta y suavemente. En aquel momento, Monchito se quedó completamente helado, no supo como reaccionar, simplemente se levantó, le dió las gracias y caminó solo hasta su casa con una sonrisa en la boca, hasta que se dió cuenta que se había ido sin despedirse, cogió el teléfono y la llamó inmediatamente para disculparse, pero ella no estaba enfadada, solo extrañada, pero se reía al oirle intentar excusarse con tartamudeos y palabras incongruentes. Tras muchos intentos, al fin pudo calmar sus nervios y decirle otra vez: gracias, mañana nos vemos... Si quieres, claro... Por cierto, me gustó mucho... Te quiero tanto...

Ella volvió a reir y contestó: Yo también te quiero, hasta mañana.

Y así fué, un primer beso que marcó un antes y un después, hasta ahí se sentía muy apegado a ella, le gustaba muchísimo y sentía que la quería, pero nunca había pensado en que aquello llegaría a pasar, le daba miedo en cierto modo ya que no sabía como reaccionar, pero ya había pasado y le había gustado, y mucho, y lo mejor de todo es que ello le había desatado un torbellino de sensaciones por dentro que le habían dado el empujón definitivo para pasar el mundo humano. Casi se meaba encima solo de pensarlo, no sabía si reir, si llorar, temblaba... Pero lo mejor de todo fué que sintió como se estremeció todo su cuerpo, desde la punta del flequillo a las uñas de los piés. Todo era nervios, todo era humano, todo había cambiado...

Ahora solo quedaba una cosa: Vivir. Miró su imagen en el espejo y dijo:


No, si al final me va a acabar gustando y todo...


Besitos de madera...