viernes, 31 de octubre de 2008

Poquito a poco CAPÍTULO 15


Después de la primera cita, no tenía otra cosa en la cabeza, todo lo que pensaba era estar con ella, aunque seguía con miedo a que ella se echara atrás en algún momento por culpa de su cuerpo de madera... Pero él se estaba humanizando, cada vez mas, asique llegaría un momento en el que eso ya no sería un problema, pero entonces, ¿Por qué tenía tanto miedo a que ella le rechazara? ¿ Y por qué ahora ya no quería ser de madera, cuando antes le parecía lo mejor de él?

Ya no le importaba dejar de ser de madera, había llegado el momento de elegir, o seguir siendo un ser de madera, o acabar de integrarse completamente en el mundo. Gran decisión; dejar de ser de madera era renunciar a todo lo que había sido, pero sobre todo, perder su inmortalidad; tendría un cuerpo blando como los humanos y tendría todos sus defectos. Pero por otro lado, el ser humano tenía un lado bueno, estaba Raquel...

No hubo que pensarlo mucho, decidió optar por Raquel, aún sin estar seguro si ella le aceptaría o no, pensó que merecía la pena intentarlo, además, el seguir luchando por humanizarse le ayudaría a cambiar de vida, acabara o no conquistando a Raquel. Estaba un poco cansado de su inmortalidad y de ver la vida tan clara como la veía, en cierto modo envidiaba a los humanos; eran imperfectos, sí, pero disfrutaban mucho mas que él de la vida, él solo veía lo malo, ellos sabían ver el lado bueno de todo, y disfrutarlo, por supuesto, asique cerró los ojos y deseó con todas sus fuerzas que ese proceso de humanización que estaba viviendo continuara cambiándole. Pero sobre todo, deseó que su relacción con Raquel continuara, poquito a poco, porque quería que todo fuera perfecto.

Se miró al espejo y vió como su cara empezaba a arrugarse un poco, el paso del tiempo empezaba a notarse en su piel, como en la de cualquier otro, pero esta vez no le preocupó, lejos de correr por el barniz como habría hecho antes, no pudo evitar sonreir, porque le pareció que aquello era bueno, es más, se atusó el pelo con la mano y comprobó lo placentero que era hacerlo sin tener que utilizar un punzón para peinarse. Ese día pasaron dos cosas que reafirmaron mas aún su decisión de no evitar su humanización, una es que María apareció en la residencia, aquel día se le juntaron sensaciones contradictorias; por un lado, sintió lástima de ella, ya que había perdido bastante movilidad, y no era todo lo que había perdido, no se acordaba de él, de hecho, algunos días no se acordaba ni de su propio nombre. Pero por otro lado, fué tal su alegría cuando la vió, que se le iluminó el día, no pensó en como ella se estaba deteriorando, sino en todo lo que el podría hacer por ella; a partir de ese día podría cuidarla, acariciarla, darle de comer... Hacer su estancia allí lo mejor posible. Lo segundo que pasó aquel día fué una llamada de teléfono, de Raquel, por supuesto, pidiéndole otra cita, porque según ella, la primera había sido de lo mas divertida. Pero lo mejor no era que le llamara, lo mejor era su tono de voz, se la notaba nerviosa, incluso un poco tensa, se notaba que no era él el único que esperaba algo mas que una buena amistad de aquella relacción, lo que le hizo sonreir durante todo el día, es más, en cuanto colgó el teléfono, no pudo evitar cantar y bailar en su pequeño cuarto, loco de alegría, pensando en qué hacer en su segunda cita:


Creo que ha llegado la hora de una cena romántica, de esas románticas llenas de flores de las que todo el mundo habla. Pero, ¿A cuánto está el kilo de flores, y como se cocinan...? Esto no es nada fácil...


Besitos de madera...

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